MAGRITTE

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miércoles, 16 de febrero de 2011

GRAMATICA DE LA FANTASIA

Aprendiendo a contar historias con Gianni Rodari


a Gramática de la fantasía para aprender el arte de contar

Gramática de la Fantasía no es un manual de escritura, no es un conjunto de recetas que enseñará al lector escribir por arte de magia, no lo  son. El libro es más bien un conjunto de relatos, de vivencias y situaciones reales e imaginadas que ayudan a prevalecer el arte de la creatividad, esa capacidad humana que  nos permite inventar historias, crear situaciones e innovar finales de tantas otras historias, una virtud inacabable de posibilidades a la hora de sentarnos a escribir.

En Gramática de la Fantasía, Gianni Rodari expone y fundamenta una nueva propuesta para la gramática infantil, una basada en la imaginación y la creatividad para que los niños creen sus propias historias y aprendan a aprovechar las posibilidades de la palabra.

Como el mismo autor lo relata en las primeras hojas,  el libro es el resultado de una cierta cantidad de conversaciones que ha ido sustentando con el fin de buscar nuevas opciones para relatar historias, especialmente para niños. El autor se anticipa diciendo que Gramática de la Fantasía no intenta ser  una nueva postura para la enseñanza en los colegios ni mucho menos una nueva teoría educativa, ni un ensayo siquiera. Sencillamente, precisa el autor, son algunas recomendaciones de cómo hacer para poder  incentivar a los más pequeños a crear historias, diversas maneras

Lo que busca el autor es sentar –entre líneas- la importancia de la imaginación para el aprendizaje, en este caso para que lo más pequeños aprendan a crear sus propias historias, a partir del uso de las palabras. Palabras que deben cobrar el mayor significado posible dentro de su contexto, y salirse del mismo mientras la posibilidad de crear lo permita. La intención es propiciar la imaginación como parte del proceso de aprendizaje y  hacerlo coincidir con la aventura de jugar, porque finalmente, todo el proceso se centra en el juego, uno para niños que   manifiesten su creatividad contando nuevas historias, unas creadas a partir de relatos ya existentes o sencillamente de experiencias o vivencias que sean  el motor inicial de una posible gran aventura para contar.

El libro se desarrolla en  44 subtítulos, cada uno de ellos es una propuesta para la imaginación, nos brinda diversas maneras de hacer a los niños desarrollar su imaginación, mediante distintos juegos que incentiven la generación de nuevas palabras, de nuevas historias. Un proceso interesante es cómo el autor va generando en cada relato una participación abierta del lector en las historias, ya sea un niño, un joven o un adulto el que lo lea, el libro tiene la licencia de ser una herramienta para acortar la distancia entre la realidad y la imaginación.

Ciertamente el libro resultaría muy útil para los maestros, aquellos encargados de incentivar la lectura y permitir el aprendizaje correcto en los niños, sin embargo es un libro que también alcanza a cautivar a quienes no tienen ningún interés en enseñar o dedicarse a los niños. El lector puede aprovechar la lectura para enriquecer  sus posibilidades a la hora de crear situaciones para escribirlas, resulta pues una magnifica referencia para quienes deseen iniciarse en la escritura.
Los mecanismos y recomendaciones que el autor brinda para desarrollar la imaginación están contextualizados en un ambiente supuesto para niños, lo cual no impide que las mismas herramientas puedan ser utilizadas como ejercicio para la práctica de la creatividad en los más adultos.


Una parte interesante en el libro se titula Los cuentos populares como materia prima, en esta sección el autor propone como una manera didáctica de enseñanza creativa a los niños, el uso de cuentos clásicos con La caperucita roja o Pinocho para iniciar unas historias. En primer lugar fundamenta el uso de las tradiciones como fuentes para relatos en la historia de la humanidad, luego desarrolla más la idea de cambiar relatos ya conocidos. Este siguiente capitulo lo inicia relatando la historia de la caperucita amarilla, ¿amarilla?, sí, amarilla y lo usa como representación de un viejo juego conocido como equivocar historias, juego en que los niños deben alterar la historia de un cuento conocido, modificando personajes, situaciones, nombres y todo lo posible que la imaginación pueda  cambiar.

Otra manera de jugar con los cuentos ya existentes, nos narra el autor, es la posibilidad de contarlos al revés, esta práctica consiste sencillamente en intercambiar roles entre los personajes, es decir, que sea el lobo quien lleva la canasta a su abuelita y la Caperucita roja quien intenta comerse al indefenso lobo, que sea el abuelo al que le crece la nariz en cada mentira que diga y Pinocho quien debe buscarlo para rescatarlo de los peligros en que se mete. Este tipo de juego despierta el interés y la capacidad del niño para crear nuevas situaciones, le enseñan al infante a variar lo que ya tantas veces a escuchado y puede cambiar  a través de su imaginación.

Otro juego interesante que plantea el autor es el de relacionar la lógica con la imaginación, ¿cómo hacerlo?, sencillo, el autor propone  la definición de personajes reales o imaginarios en las diversas historias y cuentos conocidos, cada uno de ellos con características propias, por ejemplo el hombre de vidrio, éste personaje  es reconocido en una de las tantas historias para niños, pero ¿cómo se podría desarrollar una nueva historia del mismo personaje?, pues a partir de sus propias características.
Usamos la lógica para deducir  las condiciones de un personaje, y que serán el punto de partida para generar historias o situaciones, por ejemplo, si el personaje podemos analizarlo diciendo que es de vidrio, por lo tanto transparente, por lo tanto frágil y en consecuencia de una posibilidad amplia de colores, además, puede ser lavable.

Estas cuatro características nos pueden ayudar a armar una historia interesante, y deducir muchas ideas, por ejemplo, si el personaje es de vidrio y por tanto transparente, podemos contar una historia en la que el hombre de vidrio tenía muchos inconvenientes porque la gente podía leer sus pensamientos, su mente era transparente y entonces todos en el pueblo podían saber lo que pensaba, por lo que no puede decir mentiras nunca.
Gramática de la Fantasía conserva un alma propia para el aprendizaje de contar historias para niños, es un libro basado en la imaginación  y como su propio autor Gianni Rodari lo dice, es una propuesta para intentar enriquecer el ambiente de aprendizaje de los niños.

CARTA DE UN PADRE SOCIALISTA A SU HIJO SOBRE LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN (EL FRANCÉS JEAN JAURÉS)

El socialista Jean Jaurés nació en 1859 en Castres, Francia. Fue diputado por el Partido Obrero Francés en 1889, manteniéndose como parlamentario hasta 1898. Posteriormente fue elegido también en las elecciones de 1902, 1906, 1910 y 1914. Murió en 1914.
En 1904 fundó el periódico L'Humanité. En 1905 consigue unir bajo su liderazgo a los socialistas franceses, formando la Sección Francesa de la Internacional Obrera. Fue precisamente el diario L'Humanité el que publicó esta carta dirigida a su hijo que reproducimos. Este texto fue citado por Pildain en la Cortes Constituyentes de la II República española (Diario de Sesiones, 1 de marzo de 1933. La carta fue entregada a los taquígrafos de las Cortes para que en las actas después de la intervención de Pildain), y ha llegado hasta nosotros a través de Carlos Garda Andoín, coordinador nacional de «Cristianos en el PSOE», a quien se la hizo llegar Michel Santamarina, antiguo militante de la HOAC de Sestao (Bilbao).

«Querido hijo, me pides un justificante que te exima de cursar la religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de los condiscípulos, y temo que también un poco para parecer digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Este justificante, querido hijo, no te lo envío ni te la enviaré jamás.
No es porque desee que seas clerical, a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor. Cuando tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre; pero, tengo empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, no lo serían sin un estudio serio de la religión.
Te parecerá extraño este lenguaje después de haber oído tan bellas declaraciones sobre esta cuestión; son hijo mío, declaraciones buenas para arrastrar a algunos, pero que están en pugna con el más elemental buen sentido. ¿Cómo seria completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? ¿Quisieras tú, por ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?
Dejemos a un lado la política y las discusiones, y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender historia y la civilización de los griegos de los romanos, y ¿ qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización? En el arte, ¿qué serán para ti las obras maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen? En las letras, ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelón, Lacordaire, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon exclusivamente en cuestiones religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra a todos estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones? Si se trata de derecho, de filosofía o de moral, ¿puedes ignorar la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más sabia y más universal? -éste es el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau-.
Hasta en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y Newton eran cristianos fervientes; Ampere era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón; Flammarion se entrega a fantasías teológicas.
¿Querrás tú condenarte a saltar páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios? Hay que confesar/o: la religión está Íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencias preclaras. Ya que hablo de educación: ¿para ser un joven bien educado es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia? Sólo te diré lo siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía, en el simple "savoir vivre", hay que convenir en la necesidad de conocer las convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos obligados a imitarlas, debemos, por lo menos, comprenderlas, para poder guardarles el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas. Nadie será jamás delicado, fino, ni siquiera presentable sin nociones religiosas.
Querido hijo: convéncete de lo que te digo: muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión; pero todo el mundo desea conocerla. En cuanto a la libertad de conciencia y otras cosas análogas, eso es vana palabrería que rechazan de consuno los hechos y el sentido común. Muchos anticatólicos conocen por lo menos medianamente la religión; otros han recibido educación religiosa; su conducta prueba que han conservado toda su libertad
Además, no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que tienen facultad para serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión. La cosa es muy clara: la libertad, exige la facultad de poder obrar en sentido contrario. Te sorprenderá esta carta, pero precisa, hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación».

OBRAS SON AMORES ...