Aprendiendo a contar historias con Gianni Rodari
Gramática de la Fantasía no es un manual de escritura, no es un conjunto de recetas que enseñará al lector escribir por arte de magia, no lo son. El libro es más bien un conjunto de relatos, de vivencias y situaciones reales e imaginadas que ayudan a prevalecer el arte de la creatividad, esa capacidad humana que nos permite inventar historias, crear situaciones e innovar finales de tantas otras historias, una virtud inacabable de posibilidades a la hora de sentarnos a escribir.
En Gramática de la Fantasía, Gianni Rodari expone y fundamenta una nueva propuesta para la gramática infantil, una basada en la imaginación y la creatividad para que los niños creen sus propias historias y aprendan a aprovechar las posibilidades de la palabra.
Como el mismo autor lo relata en las primeras hojas, el libro es el resultado de una cierta cantidad de conversaciones que ha ido sustentando con el fin de buscar nuevas opciones para relatar historias, especialmente para niños. El autor se anticipa diciendo que Gramática de la Fantasía no intenta ser una nueva postura para la enseñanza en los colegios ni mucho menos una nueva teoría educativa, ni un ensayo siquiera. Sencillamente, precisa el autor, son algunas recomendaciones de cómo hacer para poder incentivar a los más pequeños a crear historias, diversas maneras
Lo que busca el autor es sentar –entre líneas- la importancia de la imaginación para el aprendizaje, en este caso para que lo más pequeños aprendan a crear sus propias historias, a partir del uso de las palabras. Palabras que deben cobrar el mayor significado posible dentro de su contexto, y salirse del mismo mientras la posibilidad de crear lo permita. La intención es propiciar la imaginación como parte del proceso de aprendizaje y hacerlo coincidir con la aventura de jugar, porque finalmente, todo el proceso se centra en el juego, uno para niños que manifiesten su creatividad contando nuevas historias, unas creadas a partir de relatos ya existentes o sencillamente de experiencias o vivencias que sean el motor inicial de una posible gran aventura para contar.
El libro se desarrolla en 44 subtítulos, cada uno de ellos es una propuesta para la imaginación, nos brinda diversas maneras de hacer a los niños desarrollar su imaginación, mediante distintos juegos que incentiven la generación de nuevas palabras, de nuevas historias. Un proceso interesante es cómo el autor va generando en cada relato una participación abierta del lector en las historias, ya sea un niño, un joven o un adulto el que lo lea, el libro tiene la licencia de ser una herramienta para acortar la distancia entre la realidad y la imaginación.
Ciertamente el libro resultaría muy útil para los maestros, aquellos encargados de incentivar la lectura y permitir el aprendizaje correcto en los niños, sin embargo es un libro que también alcanza a cautivar a quienes no tienen ningún interés en enseñar o dedicarse a los niños. El lector puede aprovechar la lectura para enriquecer sus posibilidades a la hora de crear situaciones para escribirlas, resulta pues una magnifica referencia para quienes deseen iniciarse en la escritura.
Los mecanismos y recomendaciones que el autor brinda para desarrollar la imaginación están contextualizados en un ambiente supuesto para niños, lo cual no impide que las mismas herramientas puedan ser utilizadas como ejercicio para la práctica de la creatividad en los más adultos.
Una parte interesante en el libro se titula Los cuentos populares como materia prima, en esta sección el autor propone como una manera didáctica de enseñanza creativa a los niños, el uso de cuentos clásicos con La caperucita roja o Pinocho para iniciar unas historias. En primer lugar fundamenta el uso de las tradiciones como fuentes para relatos en la historia de la humanidad, luego desarrolla más la idea de cambiar relatos ya conocidos. Este siguiente capitulo lo inicia relatando la historia de la caperucita amarilla, ¿amarilla?, sí, amarilla y lo usa como representación de un viejo juego conocido como equivocar historias, juego en que los niños deben alterar la historia de un cuento conocido, modificando personajes, situaciones, nombres y todo lo posible que la imaginación pueda cambiar.
Otra manera de jugar con los cuentos ya existentes, nos narra el autor, es la posibilidad de contarlos al revés, esta práctica consiste sencillamente en intercambiar roles entre los personajes, es decir, que sea el lobo quien lleva la canasta a su abuelita y la Caperucita roja quien intenta comerse al indefenso lobo, que sea el abuelo al que le crece la nariz en cada mentira que diga y Pinocho quien debe buscarlo para rescatarlo de los peligros en que se mete. Este tipo de juego despierta el interés y la capacidad del niño para crear nuevas situaciones, le enseñan al infante a variar lo que ya tantas veces a escuchado y puede cambiar a través de su imaginación.
Usamos la lógica para deducir las condiciones de un personaje, y que serán el punto de partida para generar historias o situaciones, por ejemplo, si el personaje podemos analizarlo diciendo que es de vidrio, por lo tanto transparente, por lo tanto frágil y en consecuencia de una posibilidad amplia de colores, además, puede ser lavable.
Estas cuatro características nos pueden ayudar a armar una historia interesante, y deducir muchas ideas, por ejemplo, si el personaje es de vidrio y por tanto transparente, podemos contar una historia en la que el hombre de vidrio tenía muchos inconvenientes porque la gente podía leer sus pensamientos, su mente era transparente y entonces todos en el pueblo podían saber lo que pensaba, por lo que no puede decir mentiras nunca.
Gramática de la Fantasía conserva un alma propia para el aprendizaje de contar historias para niños, es un libro basado en la imaginación y como su propio autor Gianni Rodari lo dice, es una propuesta para intentar enriquecer el ambiente de aprendizaje de los niños.
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