LIBRO: MIS SENTENCIAS EJEMPLARES
EDITORIAL: LA ESFERA DE LOS LIBROS
164. El mito de Pigmalión. Resume muy bien lo que persigue la Justicia de menores: enderezar lo que se ha torcido, educar y reeducar, que por cierto, también es algo con lo que sueñan los padres que quieren ser dignos de tal nombre.
176. … el internamiento terapéutico en todas las modalidades… los correccionales para enfermos psiquiátricos… Según los expertos, el creciente consumo de cocaína y el policonsumo de drogas entre los jóvenes van a desembocar en una epidemia de patologías mentales.
181. ¿Qué pasa en las cabezas adolescentes? ¿Cómo se puede llegar tan lejos? ¿Por qué prefieren montar un espectáculo y generar alarma antes que admitir que simplemente se les ha pasado la hora?
No existen respuestas mágicas. Yo, al menos, no las tengo, pero lo que está claro es que los padres tenemos que generar confianza.
187. … hemos observado un preocupante incremento en el número de chicos que entran en el territorio del Código Penal después de empaparse en el alcohol…. El botellón es aceleración y descontrol.
190. Los alcohólicos que además no tienen reparos en echarse a la carretera visitan la unidad de agudos que sufren lesiones medulares y participan en las charlas… Además, los condenados deben escribir una redacción. Esta terapia de choque funciona.
En mi opinión, el problema del consumo de alcohol entre la juventud ha de ser tratado con el mismo o más rigor que el tabaquismo. Es una droga autorizada con la que la sociedad es excesivamente permisiva.
… no se necesitan más normas. Lo que se ha de procurar es que se cumplan las que existen.
193. ludopatía
195. Pero no todo lo malo ocurre en la calle. La escuela también puede ser una emboscada.
197. El bullying
198. El mejor abono para el acoso en las aulas es el silencio. Tenemos que poner coto a este fenómeno. Y en todas sus expresiones.
202. los centros educativos pueden caer en la tentación de intentar ocultar el preocupante fenómeno del matonismo en las aulas, una actitud que ni ayuda a solucionar el problema ni es tolerable.
En mi opinión, los responsables de los colegios han de tener muy claro que cuando se produce un delito debe intervenir la justicia (amenazas, coacciones…)
… Como norma general, no soy partidario de expulsar al matón, sino de rehabilitarlo en el propio colegio.
… Lo ideal es que el acosador no sea expulsado. Si hay que apartarlo del resto de sus compañeros, se le aparta, pero es preciso trabajar con él en el propio colegio. Las medidas que se le impongan tras ser juzgados, deben estar relacionadas con su centro escolar. Eso es muy importante. La violencia no es un juego. Tampoco un deporte.
207. Violencia en el deporte. El cumplimiento de una sentencia educativa es más efectivo que cualquier comité antiviolencia. Nuestra experiencia lo demuestra.
208. Para nosotros es fundamental no estigmatizar a los chavales. Es la garantía de que saldrán adelante, de que no se quedarán anclados en un episodio desafortunado de sus vidas. Un desliz no puede convertirse en una cadena perpetua. Y menos aún cuando se trata de niños.
219. Un delincuente infantil o juvenil es un fracaso social. Los niños y adolescentes siempre son víctimas. Aunque lo sean de ellos mismos. Si entendemos que la culpa es colectiva, habremos hecho la mitad del camino para recuperar a un chaval que ha cometido una infracción.
228…. Acusados y culpables, sí, pero también víctimas.
234. Los peores delitos son los que no podemos explicarnos… la certeza de que existe el mal por el mal, gratuito, sin paliativos… Yo he aprendido que ese mal en estado puro también puede anidar en los menores.
256. El tirano adolescente apenas habla: sólo sabe comunicarse mediante la violencia. Es el punto de no retorno. Hay que actuar y rápido. No es algo pasajero ni hormonal. No es la edad del pavo. Supone un desgarro difícil de imaginar, pero no hay más salida que denunciar y poner a nuestro hijo a disposición de la Justicia. Es un paso que nadie querría dar nunca, pero no hacerlo sólo complica las cosas y retrasa la solución.
… para las madres supone “traicionar” a su hijo y admitir un sangrante fracaso. Por muy desesperado que estén, se resisten a toda costa a actuar. Son los padres los que finalmente asumen esa peliaguda decisión.
… El chaval maltratador se aprovecha de ese enganche emocional y chantajea a la madre.
257. Nuestra experiencia también nos dice que si el hijo tirano no es biológico, el drama es mayor si cabe. Porque detrás de una adopción hay mucho amor.
Es necesario imponer límites y castigos, porque el tiempo del diálogo ya pasó.
273. Centro Tierras de Oria (Almería).
La institución tiene un programa de rehabilitación para menores condenados por homicidio que incluye una terapia de choque impactante, demoledora. Con un médico especialista en neurocirugía de la zona, se someten a sesiones de diapositivas que detallan los destrozos de las balas… viajan al cementerio.
Los internos acusados de agresiones sexuales acuden a reuniones con mujeres que han sido víctimas de malos tratos.
Son obligaciones innegociables levantarse a las ocho de la mañana, hacer la cama, limpiar la habitación, asistir a clases, practicar mucho deporte, comer, una hora de siesta, talleres, cena y a dormir. Disciplina férrea y poco tiempo libre.
304. “El humor es saber sorprenderse de lo cotidiano” y también “es un salvavidas que nos ayuda a flotar en el río de la vida”.
APÉNDICE
Siempre digo que yo no hablo en nombre de los jueces ni en nombre de los jueces de Menores. Mis opiniones son discutibles y mis sentencias son apelables. Por lo tanto, estoy abierto al coloquio y al diálogo. Pero creo que hay que llamar a las cosas por su nombre y en este país se habla poco claro, sobre todo cuando hablamos de menores. Después de la aprobación de la Constitución y después de la Ley de 1996, en España se es menor de edad hasta los dieciocho años. Es decir, que si un chaval quiere vivir como mayor de edad tiene dos posibilidades: esperar a cumplir los dieciocho años, o cuando tenga dieciséis, ir con sus padres al juzgado de Primera Instancia más cercano y emanciparse, lo que le comportará ciertos beneficios que conlleva la mayoría de edad. Si no es así, se es menor de edad hasta los dieciocho años. Para lo bueno y para lo malo.
¿Qué ha pasado con la Constitución , el Estado democrático de Derecho, las leyes posteriores y la Ley de 1996? Pues que damos a nuestros menores muchos derechos. Derechos, derechos y venga derechos. Incluso celebramos el Día de los Derechos del Niño, el 20-N. Y, para colmo, primero derogamos “socialmente” y después formal y definitivamente el artículo 154 del Código Civil. Nunca nos interesó transmitir su contenido a sus destinatarios: nuestros hijos.
El artículo 154 del Código Civil decía en su antigua redacción:
“Los hijos no emancipados están bajo la potestad del padre y de la madre. La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos de acuerdo con su personalidad y comprende los siguientes deberes y facultades de los padres: velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una información integral, representarlos y administrar sus bienes, y los padres podrán, en el ejercicio de su potestad, recabar el auxilio de la autoridad y podrán también corregir razonable y moderadamente a los hijos”.
Pero ¿cómo se podía corregir razonable y moderadamente a un hijo si resulta que decía: “No me toques que te denuncio, no me mires que te denuncio, no entres en mi cuarto, no escuches mis conversaciones telefónicas, no me registres las cartas, no busques el disco duro de mi ordenador?
La actual redacción pone las cosas aún más difíciles. Desaparece lo de “corregir razonable y moderadamente”, que, de todas formas, nadie sabía cómo aplicar sin arriesgarse a ser denunciado, y el primer párrafo queda de la siguiente forma: “Los hijos no emancipados están bajo la potestad del padre y de la madre. La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos de acuerdo con su personalidad y con respeto a su integridad física y psicológica…”. ¿Y eso cómo se hace? Si prohíbo a mi hijo que salga una noche con su novia, ¿estoy dañando su integridad psicológica y creándole un trauma? ¿Cómo podemos decir que no? A mí no me extraña nada que a los padres les asalten las dudas.
Yo, en mi casa, lo tengo muy claro. Tengo dos hijos: uno que ha pasado los veinte años (siempre digo que ya está saliendo de la edad del riesgo social) y una chica de quince años (que está entrando en la edad de riesgo social). Pero ocurre que soy el juez de Menores de mi pueblo, que estoy felizmente casado con mi mujer después de veinticinco años –acabo de celebrar las bodas de plata-, tengo un buen sueldo, mejorable, pero un buen sueldo, buena situación y tal … Y tengo problemas con mi hijo de veinte años y voy a tener más problemas con mi niña de quince años. Pero no los mismo problemas que pueda tener una persona que desconozca el contenido del artículo 154 del Código Penal (…)
Derechos, derechos, derechos. Eso está muy bien, pero es que también se ha derogado “socialmente” el artículo 155 del Código Penal. De hecho, aunque no de derecho, no existe el 155, y el 155 establece lo siguiente: “Los hijos deben obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad y respetarles siempre”. Eso lo dice el Código Civil, no lo digo yo. Y segundo: los hijos deben contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella; luego pertenecer a una familia no es jauja. Tienes tus derechos y tienes tus deberes.
¿Qué ha pasado? Que hemos evolucionado mucho en muy poco espacio de tiempo. Hemos pasado del Estado preconstitucional al Estado democrático de Derecho, que parece que existe desde hace mucho tiempo, pero treinta o cuarenta años en la historia de una sociedad no es nada. Hemos pasado del padre autoritario, del padre preconstitucional, al a corriente psicológica-sociológica-evolutiva del comportamiento, según la cual hay que dialogar, hay que argumentar y hay que razonar con nuestros hijos. Y como en este país no tenemos término medio, pasamos del padre autoritario a convertirnos en colegas de los hijos. Yo no soy colega de mi hijo. Ni soy su amigo. Soy su padre y punto. Porque, además, si yo soy amigo de mi hijo, pues dejo a mi hijo huérfano. Eso está claro, luego yo soy su padre.
Siempre pongo el mismo ejemplo, que es un poco caricaturesco. Un padre preconstitucional espera a que su hijo de trece años se coma un plato de sopa. “Niño, cómete la sopa”. El chaval dice que no y el padre, pescozón al canto. Y si no se come la sopa, se merienda la sopa, y si no se merienda la sopa, se cena la sopa, pero a las diez de la noche la sopa está tomada.
Ahora el padre postconstitucional. Normalmente es de clase media alta, conoce las corrientes psicológicas-sociológicas-evolutivas del comportamiento y empieza a aplicar con la sopa todas estas tendencias psicoeducativas. “Niño, ponte a comer la sopa”. El chico se niega. “Mira niño, yo creo que te debes comer la sopa. Porque si no te comes la sopa, podríamos entrar en un período de anorexia perjudicial para tu salud. Creo que debes comer la sopa. No obstante, tú decides”. Claro, no se come la sopa. Ni se merienda la sopa ni se cena la sopa. Entre otras cosas, porque a las dos y media de la tarde el padre coge la sopa, la tira al cubo de la basura y le hace dos filetes con patatas.
Yo tengo cincuenta años. Somos la generación perdida. Hemos sido los esclavos de nuestros padres y ahora somos los esclavos de nuestros hijos. En la escuela ocurre lo mismo. Hemos pasado del don José, todos en pie, prietas las filas, recias y marciales y dos o tres cosas más, a José, a Pepe o a Pepillo. Somos todos iguales y el maestro ya no es maestro, ahora es profesor del Conocimiento del Medio e imparte clases de una hora que duran cuarenta y cinco minutos. Da clase al que tiene interés. Y encima hemos metido la carga de la prueba, porque cuando yo llegaba a mi casa y le decía a mi padre: “Me ha pegado el maestro”, mi padre, automáticamente, me propinaba una torta y decía: “Algo habrás hecho”.
Ahora llega tu hijo y te dice: “Me han expulsado de clase”. Automáticamente también, montas en cólera, coges de la mano a tu hijo y vas a la busca y captura del profesor que ha tenido la osadía de expulsar al niño de clase. Y si encima está en Andalucía y al profesor de Música le da por enseñar el himno de Andalucía al chico, el padre le mete una querella en el juzgado y el profesor puede acabar hasta detenido. Hemos perdido los papeles.
(…) hemos perdido el norte. Resulta que a ti te pillan en Granada cogiendo manzanilla y te caen dos años de prisión. Y si te sorprenden en las Lagunas de Ruidera cogiendo cangrejos de río también te caen dos años de cárcel. Porque en ambos casos habrías cometido un delito contra la flora y la fauna.
Ahora, te descubren fomentando que tu hijo no vaya al colegio y nos ponemos a discutir si estamos ante un ilícito penal, un ilícito administrativo o un ilícito civil. Vamos a discutir. Total, que el niño se nos hace doctor honoris causa o lo contrario y todavía no sabemos qué responsabilidad tiene el que infringió la obligación de no llevarle al colegio cuando era un niño.(…) Que me parece muy bien proteger a los cangrejos y a la manzanilla de Sierra Nevada, pero que están ahí los niños. Y que la escuela está para algo. Y que es obligatoria. Hemos perdido el norte.
(…) Como norma general, es fundamental no expulsar a un niño del colegio. El chico podrá ser apartado del aula, pero no puede ser apartado del colegio. Esos equipos profesionales deberán trabajar con ese alumno en horario escolar. No lo saquemos del colegio.
(…) También es fundamental que trabajemos coordinados la sanidad, los servicios sociales, el sistema educativo y la justicia.
(…) Una de las experiencias más bonitas que he tenido –ahora está suspendida por causas ajenas a mi voluntad- es que todos los centros escolares de Granada pasan por mi juzgado a ver los juicios con otros menores como ellos. Estoy absolutamente convencido de que los chavales tienen derecho a saber de su Justicia, a conocer cómo funciona su Justicia. Los niños tienen todo el derecho a observar las consecuencias de sus actos.(…) Después, esto lo sigo haciendo, recorría los distintos colegios y completaba lo que habían visto y escuchado en la sesión de juicios con charlas a los propios chavales y también a las asociaciones de padres de alumnos.
(…) Los centros escolares tienen que resolver determinados conflictos… Los profesionales deberán distinguir cuándo estamos ante un tema de niños y cuándo estamos ante un ilícito penal.
(…) Vamos a trabajar hombro con hombro Vamos a buscar juntos una serie de fórmulas de actuar que sean contundentes y rápidas, que nosotros, los jueces y fiscales de Menores, conozcamos lo que sucede en los centros escolares, sobre todo aquellos hechos que, por su gravedad y magnitud, ya no sean competencia del centro escolar, sino de la Justicia. Vamos a poner todo de nuestra parte para conocernos y actuar con transparencia. Además, y es algo absolutamente fundamental, los padres tienen que apoyar a los centros escolares.
Propongo para ir terminando algunas posibles soluciones que yo veo. Los padres que sean padres. Está muy claro: los padres deben ejercer de padres. Quizá no estaría de más volver a las escuelas de padres. Sería bueno, porque yo estudié para ser juez pero no he estudiado para ser padre. Hoy en día es muy complicado tener un hijo. Como se dice normalmente: la paternidad te da muchas satisfacciones, pero también es un sinvivir. Hoy en día tienes un niño y es no vivir. Siempre digo lo mismo: niños pequeños es igual a problemas pequeños, niños grandes, igual a problemas grandes, problemas más grandes… En resumen, que no te quitas el peso de encima hasta que te mueres. Eso sí, también dan muchas satisfacciones.
(…) El legislador debe ser coherente: que no proteja más a los cangrejos de río qu a los niños. Ha de ofrecer normas coherentes y no contribuir a la canalización, porque eso nos está generando muchos, muchos problemas. Hoy parece que todo vale. Yo veo a mi niña, que tiene quince años, y el Código Penal todavía permite que con trece una joven pueda mantener relaciones sexuales, pueda consentir tener relaciones sexuales con esa edad. Todo vale. Y como los niños no admiten un no por respuesta, resulta que se están incrementando los delitos de abuso sexual.
Y encima se les da la píldora del día después. Criaturas de trece o catorce años tienen acceso a la píldora postcoital porque lo dicen una ley y un decreto que regulan no se qué del menor maduro. Es un médico el que tiene que decir quién es menor maduro, y ocurre que los médicos no saben qué pruebas son necesarias para determinar si un chaval es maduro o no… Total, que se las dan a todos aunque ni siquiera tengan los catorce o los quince años. Sin ningún control. Como todo vale, pues todo vale. Un poco de coherencia.: si son menores, son menores; si son mayores, son mayores. Yo pregunto: ¿una niña de trece años tiene la madurez suficiente para consentir mantener relaciones sexuales?
Es que hemos perdido el norte. Ahí está también el botellón. Coherencia y sentido común, que a veces hay que decir que no. Lo que sucede es que tenemos un complejo muy gordo de joven democracia. Da la impresión de que nos da miedo decir “hasta aquí hemos llegado”. Parece que tememos que nos digan que queremos volver a tiempos pasados. En mi opinión, llevamos ya unos cuantos años de democracia para poder distinguir si estamos ante un no de protección o ante un no autoritario. A lo mejor es que es ahí donde está el problema: que no estamos todavía educados, por lo menos mi generación en la democracia.
Y hace falta mucho compromiso social. Aquí estamos pringados todos. Se pueden hacer muchas cosas. No es necesario que nos paremos a esperar a que lleguen no sé cuántos informes y no sé cuántas estadísticas… y tantas historias. Porque entre que se hacen y no se hacen… Y además puede pasar que no se pongan de acuerdo en los resultados ni los encargados de evaluar las estadísticas. Si esperamos, ¿qué hacemos? Nada. (…)
“Primero se llevaron a los negros, pero a mí no me importó porque yo no lo era. Enseguida se llevaron a los judíos, pero a mí no me importó porque yo tampoco lo era. Después detuvieron a los curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó. Luego apresaron a unos comunistas, pero como yo no soy comunista tampoco me importó. Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde.”